Se llama Mohamed, pero podría llamarse Pepe, Jimmy, o Isaías. Que más da, los nombres no nos definen, sólo nos nombran.
Lo conocí hace ya muchos años en Santiago. Era un habitual de los pubs de la zona vieja y siempre tenía una sonrisa y una traca de palabras amables para todo el mundo. Hablaba por los codos y nunca paraba de sonreír. Era de esas personas que nunca teme meterse en conversación ajena porque cree que si no lo hace estará perdiendo una estupenda ocasión de hacer un amigo nuevo. Mohamed, Moja para los amigos, conocía a mucha gente, a mucha más que yo.
La última vez que lo vi me lo encontré en Pontevedra durante los siniestros días de la guerra del Prestige. Vivía allí y tenía un grupo de teatro y una novia. Como siempre, parecía feliz y parecía que se alegraba de verme. Y, también como siempre, esa alegría era contagiosa. Se necesita gente en el mundo capaz de transmitir alegría bajo cualquier circunstancia y Moja es de esos. Su mera existencia es un bien social, o, como diría Delibes, su sola presencia aligeraba la pesadumbre de vivir.
Este fin de semana alguien a quien quiero me ha dicho que nunca contrataría a un musulmán porque no podría estar seguro de si es o no es un terrorista. Pocas cosas me indignan más que el racismo y la xenofobia, pero reconocerlos en un ser querido además de indignar, duele. Dejarse vencer por el miedo hace estragos en las personas y en las almas. Es el dominio absoluto de las vísceras sobre la razón y transforma en una viscosa irracionalidad todo lo que toca. De ahí al odio solo hay un paso. Y del odio al fascismo, otro.
Lo conocí hace ya muchos años en Santiago. Era un habitual de los pubs de la zona vieja y siempre tenía una sonrisa y una traca de palabras amables para todo el mundo. Hablaba por los codos y nunca paraba de sonreír. Era de esas personas que nunca teme meterse en conversación ajena porque cree que si no lo hace estará perdiendo una estupenda ocasión de hacer un amigo nuevo. Mohamed, Moja para los amigos, conocía a mucha gente, a mucha más que yo.
La última vez que lo vi me lo encontré en Pontevedra durante los siniestros días de la guerra del Prestige. Vivía allí y tenía un grupo de teatro y una novia. Como siempre, parecía feliz y parecía que se alegraba de verme. Y, también como siempre, esa alegría era contagiosa. Se necesita gente en el mundo capaz de transmitir alegría bajo cualquier circunstancia y Moja es de esos. Su mera existencia es un bien social, o, como diría Delibes, su sola presencia aligeraba la pesadumbre de vivir.
Este fin de semana alguien a quien quiero me ha dicho que nunca contrataría a un musulmán porque no podría estar seguro de si es o no es un terrorista. Pocas cosas me indignan más que el racismo y la xenofobia, pero reconocerlos en un ser querido además de indignar, duele. Dejarse vencer por el miedo hace estragos en las personas y en las almas. Es el dominio absoluto de las vísceras sobre la razón y transforma en una viscosa irracionalidad todo lo que toca. De ahí al odio solo hay un paso. Y del odio al fascismo, otro.
9 comentarios:
Yo no me considero ni racista ni xenófobo, pero me gusta que nuestras costumbres y forma de vida sean respetadas y entendidas, cosa que en muchos casos no es así, la imposición nunca funciona, la adaptación sí.
por supuesto, rbr, pero te das cuenta de que tus palabras se pueden firmar desde cualquier lado? desde nosotros que estamos y desde ellos que llegan?
respeto y comprension, esa es la clave. vamos a ser muchos y diversos. solo podemos vivir con respeto. no me gusta la palabra tolerancia porqeu implica un noseque de perdonavidas.. me gusta la palabra respeto y la palabra pluralidad y ... las cajas de galletas surtidas, otra vez.
Ya no dejáis nada por decir. Desde siempre "en la variedad está el gusto" y ...se aprende tanto!
¿De pequeños no queríais ser negros o chinos? Yo sí, de todo.
Acabo de acordarme de una frase de un amigo que es "sabio": "Respétame más y quiéreme menos". Es consciente de que del respeto sale el amor de verdad.
La persona que te quiere dijo que no contrataria a un Musulman por miedo a que fuera terrorista. La mayoria de las redes terroristas que estan cayendo en europa son de personas musulmanas. Tu ser querido no dijo que no contrataria a un negro, a un sudamericano, a un chino......... eso no es racismo, creo....... es otra cosa.
Si montas en un metro en Londres, Madrid, Copenhague aunque no digas nada probablemente iras mucho mas acojonado rodeado de personas con aspecto musulman y una mochila que si vas rodeado de chinos, españoles,daneses, etc....
Tambien es cierto que la mayoría de los musulmanes no son terroristas....... pero algunos de sus lideres religiosos extremistas predican que suicidarte matando occidentales impuros y corruptos es una via para alcanzar un paraiso donde te esperan 21 virgenes
criticus ¿cómo se tiene "aspecto de musulmán"?¿un danés, un negro, un español, un sudamericano no pueden ser musulmanes?¿Qué dicen las estadísticas del aspecto de los pederastas, deberíamos tenerlas en cuenta? ¿Dejarías a tu hijo con un obispo norteamericano?
El problema es que el miedo nos hace tomar la parte por el todo y refugiarnos en lo que creemos que nos es más afín sin tener en cuenta la infinidad de matices que hacen de cada uno de nosotros una persona diferente.
Habló el buey y dijo mu
Capi ¿podrías traducir? no entiendo el bueyo. :-)
pERDÓN PERO ES QUE ME HE PILLADO PENSAMIENTOS SEGUN LEIA TU PAGINA Y A LA VEZ TELETIPOS DEL ASUNTO DE HOY, TERRORIFICO.
"PERO"
"Yo no me considero racista ni xenófobo, pero..."
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