
Le cambié el título por error, pero después de leer todo el artículo me ratifico: los que permiten tales cosas no tienen alma que castrar, pero disfrutan de una insultante calma que no merecen.
(La foto es del propio Gonzalo Sánchez-Terán: Mujeres y niños en las afueras de Koukou, a donde han llegado desde Tiero huyendo de los rebeldes)